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Me puse en la piel de un chaval que había sufrido bullying en el instituto por ser homosexual y esto fue lo que escribí >>

Carta de amor a mi hater personal

Ya no dejo el dedo apretado en tus stories. El algoritmo ya sabe que me das igual <3

Después de años, hoy entré en Facebook, y todo parecía igual: videos de gatitos, uñas imposibles, gente con gafas más pequeñas que el teclado de su celular... hasta que vi que hoy, justamente hoy, cumplo cinco años de amistad con mi hater personal. 

 

Ah, mi hater personal. Qué tiempos aquellos. ¡Y qué suerte la mía! No todos los días conoces a alguien que esté tan pendiente de ti cuando algo te va mal, que te convierte en el más popular de la clase, en el protagonista de sus memes, en todo un influencer.

Pensé: ¿lo bloqueo? Pero, ¿para qué le voy a bloquear? Al fin y al cabo, no es del todo su culpa. El odio es la epidemia más grande que existe en este mundo, después de los hashtags y del yummy yummy. Es incontrolable, como los miles de virus que viven en el aire. El odio dirige, el hater sólo ejecuta. ¿Qué culpa tiene él de ser un esclavo del community management no remunerado? 


En realidad, le doy las gracias. Las gracias por ser mi fan incondicional. Por perseguirme aquél día hasta el baño y retransmitir, en Stories, mi primer beso con Aitor. ¡Somos seres supremos digitales! Héroes del contenido en las redes sociales. Nos encanta la grandilocuencia instagrameada. Quizás, si no me hubiera delatado, nunca hubiera salido del armario.


También quiero que sepa que nunca denuncié sus groseros comentarios en mis publicaciones sobre el Pride. Con el declive del trap y los tenis de plataforma, entiendo que tenía que buscar un nuevo paradigma cultural que criticar. 

Vivimos atrapados en los cánones perfectos de los filtros de belleza, en el mito del heteropatriarcado, en géneros que encasillan. No nos enseñaron a celebrar la diversidad. Si más gente respetara al resto tal como es, en la vida habrían más historias felices que en mi feed —pero eso sería un fracaso para Instagram. 

 

También le doy las gracias por enseñarme a hacer un uso responsable de mis redes sociales: hoy ya no dejo el dedo apretado en sus Stories, el algoritmo ya sabe que me da igual. Y, la verdad, en tiempos de Tinder y conspiraciones pandémicas, un hater no es lo más fuerte que te pueda pasar.

 

Una recomendación para mi querido hater: la atención negativa sigue siendo eso, atención. Hay poder ahí. Puedes utilizarlo... o dejar que te utilice. Yo elegí lo primero, y tú podrías haber hecho lo mismo. Podrías haber invertido más en ti, en vez de hablar tanto de mí. Es solo un consejito, un whatsapp que te desvela a las 02:21 de la madrugada para recordarte lo feliz que podrías haber sido.

Insisto, perdónate, no es del todo culpa tuya. Vivimos en un mundo saturado de prejuicios, desigualdades y falacias sobre la diversidad sexual. Y no eres el primero ni el último en creerlas. Hazte un favor, vive tranquilo: si alguien no te gusta, simplemente dale a unfollow, ¿no? 

Te mando un fuerte sticker de corazones. 

Y mucho love <3

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